El panteón de los ilustres valencianos
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En 1869, tras la revolución de la Gloriosa, que supuso el destronamiento de la reina Isabel II, el diputado Eduardo Gatell propuso declarar panteón provincial la capilla de Reyes del exconvento de Santo Domingo. El partido liberal reconocía que uno de los primeros actos al llegar al poder era rendir tributo a los grandes hombres que habían honrado la patria, las letras, las ciencias, las artes y las armas. La capilla de los Reyes ya se había elegido en otras ocasiones como el lugar óptimo para trasladar los restos de los hombres célebres de la provincia, entre los que estaban Hugo de Moncada, Juan de Juanes, Guillem de Castro, Cavanilles, Rojas Clemente o Ausiàs March. Se proponía crear una comisión especial que se encargase de averiguar donde se encontraban los restos de los hombres célebres. Fue la subcomisión formada por Eduardo Pérez Pujol, Rafael Blasco, Vicente Boix y Miguel Velasco Santos, la que redactó este dictamen sobre los personajes que consideraban debían ocupar el panteón, entre los que incluyeron santos, teólogos, filósofos, matemáticos, naturalistas, médicos, jurisconsultos, polígrafos, políticos, guerreros, historiadores, eruditos, poetas, pintores, arquitectos, escultores, músicos y grabadores. De cada uno de ellos realizaron una pequeña reseña biográfica y, al final, añadieron una lista de ilustres para los que no se atrevían a proponer los honores del panteón, bien por error de juicio o por exceso de severidad, entre ellos estaban el beato Gilabert Jofré, Joan Roís de Corella o Francisco Vergara. No hay constancia documental de que dicho panteón finalmente se realizara.